lunes, 15 de febrero de 2010

Informe Otálvora (14 de febrero 2010)

“Debe esperarse un endurecimiento de las relaciones entre Venezuela y Panamá”

Foto: AP Photo/Eduardo Verdugo

En su informe semanal, Edgar C. Otálvora prevé un “endurecimiento” de las relaciones entre Panamá y Venezuela, luego de que el gobierno de Martinelli haya tomado un camino contra el eje La Habana-Caracas. Señala además, el cambio de la política de Lula en torno a Irán.

Este es El Informe Otálvora de esta semana:

El mecanismo de obtener recursos presupuestarios vía el otorgamiento de concesiones petroleras a empresas extranjeras, ha renacido en Venezuela. La política de “no más concesiones” fue establecida en Venezuela en 1948, promovida por Juan Pablo Pérez Alfonso.

La dictadura de Marcos Pérez Jiménez retomó la política como un aliviadero a la caída de sus ingresos petroleros y su creciente gasto y endeudamiento. Con el establecimiento de la democracia a principios de los años sesenta, Venezuela retomó la política de no otorgar concesiones petroleras la cual se mantuvo hasta el actual gobierno.

Esta semana el gobierno Chávez entregó, bajo licitación, dos lotes de la Faja del Orinoco a consorcios formados por empresas extranjeras, incluyendo la estadounidense Chevron Texaco. A las arcas oficiales deberán estar ingresando cerca de US$ 7 mil millones a cuenta del otorgamiento de estas concesiones.

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El gobierno de Martinelli está asumiendo una serie de decisiones que lo colocan en una abierta posición de enfrentamiento contra el Eje La Habana - Caracas

Debe esperarse un próximo endurecimiento de las relaciones entre Venezuela y Panamá. El gobierno de Ricardo Martinelli está asumiendo una serie de decisiones que lo colocan en una abierta posición de enfrentamiento contra el Eje La Habana - Caracas.

Aparte de la posición panameña en la OEA a propósito de la violación a la libertad de expresión en Venezuela, su Embajador en esa organización, Guillermo Alberto Cochez, no dudó en pronunciar un discurso buscando analogías entre el gobierno de Hugo Chávez y los gobiernos militares vividos por Panamá.

El gobierno Martinelli decidió poner fin a la presencia cubana en su territorio, que operaba mediante la llamada Misión Milagro, ejecutada en diversos países por Caracas y La Habana como parte de la diplomacia paralela del Eje. Por lo menos 15 cubanos “cooperantes” debieron abandonar Panamá esta semana.

Esta decisión de limitar el activismo cubano en Panamá, se suma al abierto apoyo brindado por Martinelli al gobierno de Porfirio Lobo en Honduras, a quien los gobiernos de izquierda radical de la región se niegan a reconocer.

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A finales del mes de enero, la Guardia Nacional panameña sostuvo combates con efectivos de las Farc en las riberas del río Tuira, en la zona fronteriza con Colombia, resultando tres guerrilleros muertos.

La acción fue seguida por un comunicado de las Farc, distribuido por su agencia de noticias ANNCOL, en el cual calificaron como “injustificada hostilidad” la acción contra los guerrilleros. Oficialmente Panamá no tiene acuerdos militares con Colombia para actuar contra las Farc, pero el comunicado de la guerrilla menciona que la Guardia panameña y el Ejército colombiano realizan “patrullajes conjuntos” en la frontera.

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El ministro colombiano también fue recibido por el presidente Martinelli en una reunión privada

No pareciera haber duda sobre la tendencia a un acercamiento operativo entre Panamá y Bogotá. En enero pasado se produjo una reunión de la Comisión Binacional Fronteriza Colombia-Panamá, COMBIFRON, mecanismo para cooperación militar, similar al que Venezuela mantuvo con Colombia hasta 1999 y, que Ecuador acaba de reactivar con Colombia.

Esta semana, de regreso de su visita a Washington, el ministro de Defensa de Colombia, Gabriel Silva, visitó Panamá. Oficialmente se reunió con Alejandro Garuz, encargado del Ministerio de Gobierno y Justicia, pero trascendió que el ministro colombiano también fue recibido por el presidente Martinelli en una reunión privada.

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En medios políticos de Brasilia se rumora sobre la salida del Canciller Celso Amorim del Gobierno. Quien ha ejercido como jefe de la diplomacia brasileña durante todo el gobierno de Lula da Silva, estaría acariciando la idea de ingresar al Parlamento.

Amorim, quien previamente había militado en el centrista PMDB, se inscribió el pasado mes de septiembre en el Partido dos Trabalhadores, el partido oficialista por el cual aspiraría a una diputación por el estado de Río de Janeiro.

Las elecciones generales en Brasil están previstas para el mes de octubre. Los altos cargos tienen hasta abril para abandonar sus posiciones y no quedar inhabilitados como candidatos.

En el caso de concretarse la salida de Amorim y de que Lula mantenga su decisión, la cancillería de Itamaraty quedaría en manos del embajador Antonio de Aguiar Patriota

Ante la avalancha de ministros que buscarán puestos de elección popular, Lula ha optado por designar como ministros a los actuales viceministros. En el caso de concretarse la salida de Amorim y de que Lula mantenga su decisión, la cancillería de Itamaraty quedaría en manos del embajador Antonio de Aguiar Patriota, actual Secretario General de Relaciones Exteriores.

Patriota sirvió en Caracas en los años ochenta, con rango de Primer Secretario. Sin embargo, la designación de Aguiar Patriota, según algunas fuentes consultadas, podría estar en dudas.

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Algunos observadores de la gestión de Lula aseguran que el Presidente preferiría designar como Canciller, por lo que resta de mandato, a su asesor y operador en política exterior Marco Aurelio García.

Los rumores sobre el próximo ascenso de García se incrementaron en el mundo diplomático suramericano esta semana, ya que la ausencia de Lula en la reunión presidencial de UNASUR del pasado martes 9 de octubre en Quito, fue suplida por García quien no posee rango diplomático ni ministerial.

Ahora Brasilia está retrocediendo: la cancillería brasileña estaría por retirar la visita a Irán de la agenda de Lula

García ha actuado como el enlace de Lula con los gobiernos y movimientos ideológicamente de izquierda en la región. Fue el encargado de recibir a Arturo Valenzuela, el subsecretario de Estado de EEUU para Latinoamérica, en su gira suramericana de diciembre pasado. En aquella ocasión, el canciller Amorim decidió que el rango de Valenzuela no ameritaba que él lo recibiera.

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Brasil decidió dar un paso atrás en su relación con el gobierno de Irán. La decisión coincide con los anuncios del gobierno iraní de Mahmud Ahmadinejad de incrementar sus programas de enriquecimiento de uranio hasta niveles de producción con fines bélicos, que han llevado a que EEUU y Europa estén analizando nuevas sanciones contra Irán.

Siguiendo una línea análoga a la de Hugo Chávez, Lula emitió el año 2009 una serie de declaraciones de apoyo a Ahmadinejad, incluso reconociendo los resultados de las elecciones iraníes de junio pasado, las cuales son objetadas por la oposición interna.

Lula y su cancillería hasta ahora habían sostenido el derecho de Irán a desarrollar su programa nuclear, dando fe de sus propósitos pacíficos.

A finales del año pasado, Lula recibió a Ahmadinejad en Brasilia y anunció que visitaría Teherán en marzo o mayo. Ahora Brasilia está retrocediendo: la cancillería brasileña estaría por retirar la visita a Irán de la agenda de Lula. En tanto el canciller Amorim cambió de posición declarando contra el nuevo programa de enriquecimiento de uranio iraní.

Se espera, además, que Brasil asuma una posición crítica en la ONU contra Irán sobre el tema de la represión a los opositores.

Brasil, pese a intereses comerciales y petroleros en Irán, pareciera que optó por no mostrarse como un aliado incondicional del régimen del ayatolá Alí Jamenei, diferenciándose de la línea chavista y aproximándose a EEUU.

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El Informe Otálvora
Edgar C. Otálvora

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