lunes, 19 de abril de 2010

Artículo completo sobre las rutas de huida de los cubanos

Médicos cubanos que trabajan en Venezuela huyen del régimen de Castro a través de Colombia

Barrio Adentro

Foto: Archivo particular

Esta es una imagen del trabajo de médicos cubanos en una de las poblaciones venezolanas. Al fondo, el anuncio de Barrio Adentro.

Por Maracaibo y Cúcuta están escapando los médicos enviados a Barrio Adentro, misión de salud del Gobierno chavista. Estos son testimonios de la huida que han protagonizado unas 2.000 personas.

Era sólo un letrero negro, pero él llevaba 16 horas con la vida en vilo, persiguiéndolo. Alcanzó a verlo cuando el sol comenzaba a perderse entre ese difuso pedazo de cielo bajo el cual, según la geografía, termina Paraguaipoa (Venezuela) y comienza territorio guajiro. Era 27 de enero. "Bienvenido a Colombia", leyó el médico cubano, y comenzó a sentirse "como un paciente después de convulsionar: ¡tan agotado que no sentía ni la planta de los pies!"

Respira con dificultad mientras recuerda. Parece volver el miedo del 25 de enero, cuando dejó el centro de salud de un pueblo venezolano, que se niega a nombrar para que nadie pueda identificar al desertor del régimen castrista que habla. Ni la anónima casa del sur de Bogotá donde atiende a un equipo periodístico de los medios de la Casa Editorial EL TIEMPO para este especial, le da tranquilidad. Otra médica cubana que llegó con él, ni siquiera habla.

Trabajo por petróleo

De las huidas azarosas han sabido ellos y otros 2.000, que según calculan han abandonado Barrio Adentro, la misión del Gobierno de Venezuela que el pasado viernes cumplió 7 años llevando servicios de salud a los lugares más pobres del país, y que es atendida por profesionales cubanos (40.000 según los desertores; 14.480, según el Gobierno chavista), como parte de un convenio entre los presidentes Raúl Castro y Hugo Chávez.

Es con el trabajo de médicos, enfermeras, terapistas y entrenadores físicos que se paga parte del petróleo al Gobierno chavista, dicen ellos. Y esa misión, como pasa con otras, se ha convertido desde abril del 2003, cuando llegaron a Barrio Adentro los primeros 53 cubanos, en la nueva ventana para escapar del régimen de la Isla, ahora por Colombia.

Aunque el médico que decide hablar y la médica que prefiere parecer muda lograron atravesar esa ventana, los sobresaltos para los dos no han terminado.

El primero para él fue en un terminal de buses de Maracaibo. Esperaba un carro que lo seguiría alejando del Estado Zulia, de donde salió, cuando se vio frente a otro cubano. "¡Quizás un agente de seguridad!", se dijo. "Hay 60.000 en Venezuela cuidando a Chávez y vigilando a los isleños".
-¿Qué hace aquí?, interrogó el otro.
-¿Quién es usted?, contrapreguntó el médico nervioso.
-También soy cubano y ¡quiero llegar a Colombia!
La confesión, que llegó como aire fresco, se dio por el susto que le adivinaron.

Once en el mismo camino

Los cubanos dicen reconocerse en cualquier parte, y entre desconfianzas y tanteos, ese 25 de enero se encontraron 7 médicos en el terminal de Maracaibo. Todos huían. "Nos fuimos atrayendo y juntando. Llegamos a ser 11 con otros 5 que nos encontramos en distintos puntos de la travesía". Cinco eran mujeres. A veces iban en bus, a veces en taxi.

Lo que más asustaba era un encuentro repentino con 'El jurídico', un agente de seguridad del Estado cubano, con grado de militar. "Él teje una red de informantes dentro de los mismos médicos. Por eso no se habla con nadie de la idea de escapar, ¡ni con la familia! Si lo dices en una llamada, estás interceptado, si lo dices en un correo electrónico, estás infiltrado".

En Venezuela, a donde el médico de esta historia llegó el 17 de octubre del 2009, los reciben con un reglamento que a él le causó "terror". "¡No podíamos salir de las casas después de las 6 de la tarde!". Eso impulsaba el deseo de escapar.

"Sabíamos que por Cúcuta iba a ser difícil porque había mucha Policía política cubana, incluso vestida como soldados de las Fuerzas Bolivarianas. Nos dijeron que por Maracaibo era más fácil, para llegar por ahí a La Guajira". En La Raya, ya en la frontera, llegó el peor de los sobresaltos: el encuentro y el pulso con la guardia venezolana.

El pase, por 10 millones

¡Serán deportados directo a La Habana!, les dijeron tras recogerles los pasaportes cubanos. "El miedo fue inmenso".

Los que no logran sobornar a la guardia son embarcados de inmediato en Cubana de Aviación hacia la Isla, donde los ponen presos o les quitan la licencia médica.

"Como sabíamos de la corrupción y de las necesidades de la guardia, no habíamos tomado ni un jugo para ahorrar la plata. Para mí era fácil porque era una travesía de16 horas, pero los otros tenían dos y tres días viajando. Venían de Carabobo, Valencia, Maracay, San Juan de los Morros y Guárico".

Llevaban 40 minutos encerrados en una habitación con puertas de hierro, en la misma frontera, cuando les enviaron al primer emisario. "Se paró delante y nos llamó desertores, apátridas".

Media hora después apareció una mujer que apartó a dos médicos para hablar con ellos. De regreso traían una esperanza: la guardia quería plata, aunque era demasiada: 10 millones de bolívares.

"Reuniendo todo no llegábamos ahí, pero varios tenían dólares que les habían enviado de Estados Unidos y nos acercamos bastante a los 10 millones".

Así, docenas han alcanzado, por Maracaibo o Cúcuta el "Bienvenido a Colombia", que para los médicos es la vida después de largos viajes clandestinos.

La mayoría busca la visa a Estados Unidos, mediante el Cuban Medical Professional Parole (CMPP), programa creado en el 2006 por el Departamento de Estado para los médicos cubanos enviados a terceros países.

Ni en esa embajada ni en la Cancillería colombiana hay datos discriminados sobre el número de cubanos que hay entre los extranjeros que pasan por Colombia antes de ir a E.U. Pero es un hecho que van en aumento, y que Colombia se ha convertido en la nueva ruta de escape de los que el Gobierno cubano llama "traidores", y ellos a sí mismos, sólo "hombres en busca de libertad".

MARISOL GÓMEZ GIRALDO
EDITORA REDACCIÓN EL TIEMPO
margir@eltiempo.com.co

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